Amy  Winehouse, La “maldición de los 27”.

La música ha sido parte de mi estructura vital, amo escucharla, cantarla y soy una voraz seguidora de conciertos, en su momento de discos, CD, MP3, y ahora de spotify. Leo noticias sobre mis artistas preferidos, donde aparecen los escándalos, las vidas privadas y la muerte de algunos en la lista de la “maldición de los 27”.  Debo confesar que en su momento me quedé atónita, triste, cuando leí de sus muertes a tan corta edad.  Fui fan de muchos de ellos, como no recordar a Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain, el co-fundador de los Rolling Stones Brian Jones, Jim Morrison, Alan Wilson, Pete Ham y Amy  Winehouse.

Mi curiosidad me lleva a plantearme que tendrán en común para que tantos mueran justo a esa edad, que será lo que los llevó a tomar una decisión así. Qué elemento los fue llevando a ese túnel sin salida, y si es casualidad, no deja de sorprender.

Es la vida de esta última quien me genera preguntas, estoy segura que tendrá un hilo conductor hacia los otros, quizá empezando entonces, se pueda rastrear el dolor convertido en sufrimiento, buscando salida de alguna manera. Me encantaría poder encontrar algunas respuestas para entender, y desde ahí ir tejiendo espacios donde se pueda prevenir la despedida de gente tan talentosa a tan corta edad.

Amy me encandiló desde que la escuché por primera vez, yo tuve mi primer acercamiento a ella en su segundo álbum ‘Back to black’, que vendió más de 10 millones de copias a nivel mundial. Su música, sus letras mostraban el gran talento para la poesía que tenía, hablando en sus estrofas de cómo se sentía, donde al menos para mí, había un grito del dolor que se tejía en el compás de sus notas y de sus videos. Acariciaba de esta manera su peculiar estilo musical donde fusiona elementos del soul, el rhythm and blues (R&B), el jazz y el pop, con influencias del sonido retro de las décadas de 50 y 60.

Su peinado se popularizó y el estilo “beehive” se diseminó entre sus fans a principios de los 2000 como pólvora , y quizá, si mi edad se acercara a la de ella entonces, la hubiera imitado, como lo hice con mis role models de niña que eran Farrah Fawcett y Jaclyn Smith. Sí, ni hablar reconozco que soy producto de la ideología americana, de su moda y claramente veo como se colaba entre las sábanas de mi linaje de izquierda, generando estragos en mi relación con mi madre, que tenía opiniones tajantes sobre el capitalismo.

Nunca fui amante de los tatuajes, me parecía que mi historia evolucionaba tan rápido que tendría que tatuarme toda, para después arrancármelos, porque su significado ya no sería tan importante, o porque se hubieran puesto descoloridos con el tiempo. Siempre me ha gustado la piel tal cual es, con sus cicatrices, sus grietas y con su capacidad de envolver mi caparazón, volviéndose un contacto con el mundo que me permite estar atenta.

Amy era drogadicta, alcohólica, bulimica, sufría de trastorno de ansiedad, desarrollando un miedo escénico que la llevaba a beber antes de sus presentaciones para calmarse. Con 24 años fue liberada bajo fianza, después de haber sido arrestada por la sospecha de interferir en un caso que involucraba a su esposo, arrestado junto con otros cinco, con cargos de intento de pervertir a la justicia.

Por detrás de todas esas etiquetas, había una mujer que alguna vez fue niña, que sintió el divorcio de sus padres, el abandono de su madre, porque tenía que ir a trabajar, dejándola con su abuela; que vivió el alcoholismo de su padre, más tarde la muerte de su abuela. Tuvo como los otros de la lista, un éxito tan rápido, que seguramente fue un factor desencadenantes de otros síntomas, y ya con el éxito, la extenuación de las giras y conciertos, la relación tortuosa con su marido y sí, la presión que ejercía la prensa que publicaba fotografías de ella en su peor  estado, siendo testigos de su deterioro, lucrando con él,  hasta que ella ya no pudo más.

Erickson habla de la crisis de productividad-generatividad versus estancamiento, que se da a los 30 años del ciclo vital de una persona, aunque ella y sus otros compañeros estaban en la cúspide de su carrera, no se sentían así. La transición hacia una etapa de vida adulta es siempre amenazante. Este también podría ser otro factor a considerar.

Cuando veo sus fotos de niña, sonriente, veo una simple chica de Enfield en el norte de Londres, buscando su lugar en la música. Tenía apenas 8 años cuando asistió a la Escuela de teatro Sylvia Young, donde ganó una beca, misma que perdió al ser expulsada por su mal comportamiento, y por haberse perforado la nariz.

Después estuvo en la BRITT Scholl, donde también se encontraban Adele, Leona Lewis y Jessie J.  Tenía apenas 10 años cuando formó un grupo de rap con su amiga Juliette Ashby al que llamaron Sweet´n Sour.  Me pregunto si hubiera podido ver el futuro entonces, qué rumbo hubiera tomado, qué decisiones cambiaría. Si buscara ayuda terapéutica de otro tipo, tal vez hubiera calmado sus demonios. Porque la tuvo, pero no fue suficiente.

Cuentan que tenía un gran sentido del humor, y era conocida por sus bromas pesadas y su personalidad extrovertida fuera del escenario. Logró pese a todo, tener una relación muy cercana con su familia, especialmente con su hermano mayor Alex, quien era su mejor amigo y confidente.

En junio de 2011 en su último concierto en Belgrado, se emborrachó antes de empezar y tras su mal estado, suspendieron el resto de la gira. Si entonces hubiera podido pedir ayuda, tal vez su corazón no hubiera dejado de latir un mes más tarde, falleciendo a los 27 años de edad.

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